Poesía | Biométrica
Intentar describirle sería tratar de plagiar al arte.
Sin mentir ni engañarte, esa artista es mi musa, delicada y elegante.
De biométrica admirable:
Empezaré por su cabello.
Largo, liso; ondeante, corto.
Multiforme, variable. Escaso.
Frágil, como ella. Que enmarca su rostro, en perfección.
De mirada en cursiva.
Que se achica tras cada sonrisa.
Pícara, y decidida. Influyente, expresiva. Que realza su carácter de mujer con convicción.
Cachetes cual ardilla,
Con sonrisa delineada entre líneas de la mejor prosa y poesía.
Que recita a Benedetti con solo un suspiro y la elegancia de su risa.
El hoyuelo, centro de aquel universo.
La piel tosca, y flagrantes muecas de ensueño.
Que inspiran mis sueños, mis letras y citas.
Oh, artista. Dueña de las rimas.
Cursi, caótica. Danzora en la díscola prosa de la boca del sucio artista que este recital entona.
Silenciosa despedida de la silueta trazada a lápiz. Trazada a papel y boli.
Presente contínuo del ayer, que me da fuerzas y me impulsa en el creer.
Matiz cegado de la realidad a tu lado;
De la dulce escuela, de las cartas, de la entrega.
Biométrica esfera de mis promesas, y tu fiel espera.
Erigida en majestad; fundada en profunda debilidad.
Llena de vacíos en su alma que solo la Providencia misma podrá llenar.
Mientras el poeta, en silencio, delimita los espacios (y los tiempos) para su aparición en el gran y esperado acto final.
